Devolver la vida al arrecife de coral devastado: el caso de Pemuteran

Pemuteran arrecife artificial
Arrecife artificial en Pemuteran, Bali. Imagen cortesía de ©EunJae Im www.ejlabs.net

Hubo un tiempo en el que el uso de dinamita y agentes químicos para pescar era una práctica muy habitual, sobre todo en zonas del sureste asiático. En Filipinas, la pesca con explosivos era conocida ya antes de la Primera Guerra Mundial y, aunque hoy ya prohibida y perseguida, se estima que en 1999 alrededor de 70.000 pescadores, el 12% del total, usaba explosivos para capturar mayor cantidad de peces y más fácilmente.

Como puedes imaginar, este tipo de pesca proporciona dinero fácil, pero también destruye rápida y permanentemente el ecosistema. El arrecife pasa de estar lleno de color a ser un erial, desapareciendo el hogar, refugio, zona de cría y alimento de los peces. Como resultado, los pescadores tenían que recorrer cada vez mayores distancias para capturar peces más pequeños.

Dar vida al arrecife con corriente eléctrica

Los arrecifes artificiales se han venido construyendo desde la década de 1950. A partir de materiales que van desde bloques de hormigón a neumáticos desechados, los esfuerzos por crear artificialmente arrecifes destruidos fueron fallando en el objetivo final: proporcionar vida a un nuevo hábitat coralino. Hasta que el arquitecto y científico marino Wolf Hilbertz (fallecido en 2007) y el biólogo marino Dr. Thomas J. Goreau no se unieron y crearon Biorock, no se dio con la clave para que los arrecifes artificiales se llenasen de vida.

La unión de ambos significó el nacimiento de la esperanza para muchos habitantes de zonas donde los arrecifes de coral proveen de alimento y dinero del turismo. La gran diferencia entre Biorock y el resto de intentos por recrear un arrecife está en la electricidad.

Biorock es un procedimiento que permite la acumulación de minerales disueltos en el agua en estructuras. Este proceso, patentado en 1979, se basa en la creación de estructuras de hormigón y metal a las que se les hace pasar una pequeña corriente eléctrica de bajo voltaje, precipitando la adherencia y cristalización de los minerales. Este procedimiento crea un material similar a la composición con la que se sustentan los corales al arrecife. Las formas y diseños de estas estructuras dependen solo de la imaginación y de la constitución física del fondo del mar, las olas y los materiales de construcción.

El poder de la electrólisis

El siguiente paso como también se ve en el vídeo, es restituir el arrecife con corales vivos. Los buceadores, normalmente de centros de buceo locales autorizados, trasplantan fragmentos de coral de otros arrecifes, atándolos al metal, que pasado un tiempo empezarán a unirse al sustrato mineral y a crecer de tres a cinco veces más rápido de lo normal ya que la electrólisis aumenta el crecimiento, la reproducción y la capacidad de resistir el estrés ambiental. Pronto el arrecife toma la apariencia y utilidad de un ecosistema de arrecifes naturales, llenándose de vida.

Pemuteran, un caso único de colaboración

Aunque existen más de 20 países que están desarrollando proyectos de Biorock tanto en el Caribe como en el Océano Índico, el Pacífico y el sudeste de Asia, Pemuteran se ha convertido en uno de los casos de éxito más notables de Biorock y del uso de sus técnicas para la recuperación de arrecifes coralinos.

Pemuteran es una pequeña localidad de Bali, Indonesia, famosa por su extraordinario buceo y excursiones por la montaña para ver cataratas o acceder a cráteres volcánicos. Pemuteran tiene una particularidad respecto al resto de Bali y es que recibe menos precipitaciones que otras zonas de la isla, siendo demasiado seca para el cultivo del arroz. Así que su gente ha vivido tradicionalmente del mar y como era habitual en la zona durante mucho tiempo, usaron dinamita y agentes químicos para la pesca. 

Durante los años 80 del pasado siglo Pemuteran comprendió que el eco-turismo era mucho más rentable, seguro y con un futuro más prometedor que la pesca y decidió apostar por ello. Sus arrecifes son de fácil acceso, están cerca de la playa y no recibe fuertes corrientes. Vamos, ideal para buceadores de todos los niveles. Hacía más de una década que se había prohibido el uso de la dinamita y el crecimiento de los corales estaba siendo espectacular. Hoteles y centros de buceo, que trabajaban estrechamente con el pueblo para proteger el área, empezaban a crear empleo y buenas condiciones a los habitantes de Pemuteran. 

A través de estos esfuerzos de conservación, los arrecifes de Pemuteran atraían a buceadores de todo el mundo, que aportaban alegremente sus dólares y la economía local disfrutaba de un creciente número de turistas deseosos de ver los jardines de coral, sus montañas y playas. Con el paso de los años, nuevos hoteles y centros de buceo aparecían, incrementando los ingresos por turismo de una región que antes tenía pocos puestos de trabajo. La comunidad rápidamente comprendió los beneficios del eco-turismo.

La vigilancia en el cumplimiento de las prohibiciones de pesca se redujo durante la grave crisis financiera asiática de 1997, en la que Indonesia se llevó una de las peores partes. La gran bahía protegida de Pemuteran fue «atacada» por comunidades enteras de pescadores de las vecinas Java e isla Madura, donde sus propias pesquerías habían sido aniquiladas por sobreexplotación. Trajeron de nuevo las técnicas de pesca destructiva con bombas y cianuro, destruyendo casi todos los arrecifes de Pemuteran.

Los fondos y los prósperos negocios relacionados con el buceo de la localidad se convirtieron en montones de escombros. Para cuando la vigilancia contra los bombardeos y el uso de cianuro se restableció, el daño estaba hecho. 

En menos de años el pueblo de Pemuteran perdió el turismo relacionado con el buceo y cualquier posibilidad de pesca. La única manera de volver a traer prosperidad a Pemuteran era devolviendo vida al arrecife. 

Artificial Reef at Pemuteran, Bali, Indonesia from EunJae Im

El Proyecto Karang Lestari, el renacimiento de los arrecifes de Pemuteran, nació en junio de 2000, cuando el Dr Goreau y Hilbertz, de Biorock, construyeron con buceadores locales el primer vivero de coral. La única manera de llevar a cabo el proyecto y devolver la vida al arrecife era mediante la colaboración entre hoteles, centros de buceo, pescadores, científicos y conservacionistas repercutiendo tanto en el turismo como en la economía pesquera local. Básicamente se trataba de volver a los 80.

Desde entonces más de cincuenta y seis de estos viveros de coral han sido instalados, cubriendo una longitud total de 300 metros en un terreno de 2 hectáreas, siendo el mayor vivero artificial de Biorock y conformando el proyecto de restauración de arrecifes de coral más grande de todo el mundo.

Las estructuras se encuentran en un área paralela a la orilla, a unos 50-100 metros de la costa, en aguas que van desde solo 3 a 7 metros de profundidad y cuentan con aportaciones económicas anónimas, de turistas y buceadores, organizaciones locales, asociaciones empresariales de Bali e incluso de artistas que han creado estructuras metálicas y esculturas exclusivas para los viveros. Tras 14 años de su instalación se pueden encontrar alrededor densas escuelas de peces y miles de buceadores viajan cada año a ver este extraordinario proyecto.

La vida vuelve de donde nunca tuvo que irse y hoy, incluso los delfines que huyeron asustados por las detonaciones de la pesca con dinamita, han vuelto a ocupar su bahía.

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