
Pocos pecios en el mundo son capaces de adentrarnos en la historia de la naútica como el Carnatic. Este barco del Siglo XIX, famoso e innovador para su tiempo, es sin duda el más elegante de todo el Mar Rojo. Hoy, tras casi 150 años bajo el agua, sus restos están abigarrados de coral y cientos de peces, generación tras generación, han hecho de este desastre su hogar y refugio.

El Carnatic era un buque de vapor construido en la década de 1860. Botado como el Mysore, contaba con 90 metros de eslora y casi 2.000 toneladas de peso para transportar hasta 250 personas. Contaba con unos primitivos motores que junto con sus velas era capaz de moverle a 12 nudos. Un auténtico lujo para la época.

A diferencia de otros pecios jóvenes de Abu Nuhas como el Giannis D o el Kimon M, el Carnatic lleva casi 150 años bajo las aguas del Mar Rojo y el coral y otras especies marinas se ha hecho dueñas de sus restos.
El Carnatic partió de Suez el 12 de septiembre 1869 con 230 personas a bordo y un cargamento de algodón, vino de Oporto, lingotes de cobre y 40.000 libras en monedas de oro. En las primeras horas de la mañana siguiente fuertes vientos del norte empujaban el navío fuera de su rumbo de curso. Al las 1:30 de la mañana el buque golpeó contra el arrecife de Abu Nuhas.
El daño no era grave y el capitán del barco prefirió esperar a que el Sumatra, otro gran buque, llegase para socorrerles. Dos días después de encallar se presentó una fuerte tormenta que giró el barco y el Carnatic empezó a hacer aguas. El buque comenzó a partirse por la mitad y se inició la operación de rescate a través de los botes salvavidas. Una gran mayoría de pasajeros llegaron a la isla de Shadwan, pero 27 personas perecieron en este naufragio. Tras el desastre se inició una pionera operación para recuperar el cargamento con una bomba que llevaba aire a los buzos a través de una escafandra. Gracias a esta operación se consiguió recuperar la mayor parte del oro y el cobre que llevaba el barco en sus bodegas. El pecio yacía tranquilo hasta mayo de 1984 cuando unos buzos tropezaron con este pecio cerca de los restos del Giannis D.
El buceo en el Carnatic
El Carnatic se encuentra recostado en el lado de babor y dividido en dos partes distintas, la proa y la popa separadas de la cubierta que se ha derrumbado. La mayoría de la inmersión transcurre alrededor del pecio, donde podremos ver las abigarradas construcciones de coral, pero también se puede acceder a la bodega, donde los peces cristal han encontrado un estupendo refugio. En el interior de esta sección aún quedan algunas botellas rotas del vino que transportaba, de hecho muchos lo conocen como “El pecio del vino”. A lo largo del pecio se pueden encontrar 200 botellas intactas que aún conservan el contenido.
Siguen visibles los restos de la maquinaria entre popa y proa. La cubierta de madera está podrida después de tantos años bajo el agua pero aún quedan visibles tres vigas cubiertas de corales blandos y duros, anémonas y cientos de peces de vivos colores que han hecho de ellas su hogar. La popa parece decorada a propósito, con muchísimos corales, siendo una de las zonas más fotogénicas del pecio.
A 17 metros de profundidad encontramos el timón y bajando llegamos a la hélice, que componen un escenario precioso con bancos de peces cristal, barrenderos, peces ángel emperador, tortugas royendo los corales y multitud de nudibranquios. Una de las imágenes más impresionantes del Carnatic está en el punto más alto de la sección de proa, en su lado de estribor, donde se encuentra la cubierta principal. Cientos de peces de todos los colores y tamaños llevan décadas, generación tras generación, aprovechando los restos del velero.
La sección superior de la cubierta de proa es también una espectacular explosión de color. Antias barredoras, pejerreyes, peces león, peces ballesta, peces payaso… La calidad del coral es excepcional y la vida acude a él. Viendo la proa aún se puede imaginar la magnificencia de este barco en su época, mantiene las elegantes líneas de un buque que la naturaleza ha convertido en una joya.